PUBLIREPORTAJE REVISTA INSTITUTO DE INV NUMISM

Buenas noches a todos desde este archipiélago balear, en la España mediterránea, y permítanme decir, a su vez, buenas tardes, mi muy querido Lambayeque.

Encontramos, queridos amigos, a la cronología heroica escorada al cobijo apacible de los años 1535, 1821, 1866 y 1879 que todos, de una u otra manera, recordamos casi en exclusiva. Por el contrario, y bajo distinto prisma, se otorga relativa importancia al escalafón de otros acontecimientos históricos del Perú. A diferencia de aquellas fechas, el proceso de disgregación de la monarquía hispánica o imperio hispánico se produciría a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, manifiesto en la copiosa guía de los recursos bibliográficos durante la época de las independencias hispanoamericanas (1804 – 1824). Para ello, basta con introducirnos en La Imprenta en Lima, del bibliógrafo, lexicógrafo, investigador e historiador José Toribio Medina.

De la misma manera, el polígrafo por excelencia, el maestro de la historia comparada, José de la Riva Agüero y Osma, reparaba justamente en el insólito trampolín que acuñan las formulas de la propia docencia, limitadas, en muchos casos, a sus reiterada y casi exclusiva disertación hacia una entendible idolatría a favor de la incuestionable versión romántica y generosa obra garcilasiana, para sumir doscientos años de “otra” historia en una laguna circunscrita al brote incaico en su camino zigzagueante hacia el manantial de la república, sin reparar en la caudalosa vertiente del río de la manumisión colonial y sobre todo, a la Emancipación. Estamos educados, por lo tanto, a repetir y volver sobre una lacónica escena del balcón que, por el devenir docente e incómodo, casi no se da crédito a que la Iniciación de la República, citando la obra de  Basadre, empezó en 1811 con las rebeliones autónomas de Tacna, Huánuco y Cusco, las expediciones al Alto Perú y Huamanga, sin pasar por alto la gesta del curaca de Chincheros, la expedición libertadora y ahora sí, al GRITO LIBERTARIO del norte, sellándolo los ejércitos, concluyentes y patriotas, en las batallas de Junín y de Ayacucho allá en 1824.

Y Lambayeque en la Intendencia del norte no fue la excepción a la escasez del conocimiento de las gestas previas a 1821. Por eso es que rescatamos, en la medalla del bicentenario, la excelsitud del historiador Germán Leguía y Martínez, a la mejor y más sentida reseña retributiva hacia su pueblo. Así pues, citamos en ella el recuerdo de un 27 de diciembre de 1820: reunidos se hallaban en la casa de Melchor Sevilla -vecino notable, alcalde de segunda nominación y jefe civil y militar- los Iturregui, los Leguía, los Casós, los Saco y otros notables. Los cabildantes -a las diez de la noche en el acta de esa fecha- acababan de jurar la independencia de su patria, antes que lo practicara pueblo alguno de la Intendencia. El pueblo lambayecano permanecía congregado en las afueras de la casona dando muestras de una impaciencia no calmada. La muchedumbre brava, arrojada y sublime, lanzó, exaltada por el patriotismo, un grito aterrador y mil veces repetido. El momento solemne parecía llegado...

Queridos amigos, no hubiésemos sido dignos de acuñar la medalla de la Jura del Acta de la Independencia de no ser consecuentes con este afán y propósito: la expresión de un diseño diáfano, propuesto en su anverso por la efeméride 1820-2020 apoyando otra vez la docencia a la que refería también el maestro Porras Barrenechea, afirmando el privilegio de quienes se detuvieron en esos tiempos, revueltos de potestades sobre hilos de un coqueto albedrío a la emancipación cuando, en efecto, ya en 1820, más de un pueblo se encontraba fuera de la sujeción del último bastión hispano en las Provincias de Ultramar. La medalla cobra vida y se convite, entonces, en docencia.

En el reverso y coronada por dos estrellas centenarias, la hoy derruida Casa Histórica  del alcalde de segunda nominación, jefe civil y militar, vecino notable y teniente del escuadrón de las milicias de Pacasmayo, D. Melchor Sevilla, mi 5to abuelo (Brüning, 1911), fue la sede del acto y acta por varias y graves razones y siendo entre ellas la que más ha obligado a esta junta extraordinaria en tiempo y lugar, eludir el continuo espionaje y las trabas que por ser español europeo el Subdelegado Presidente, quien podría oponer a las miras beneficiosas de esta corporación si se reuniese en la sala consistorial. Otra vez, la medalla cobra vida y se convite, entonces, en un documento gráfico.

Cien unidades, acuñadas por La Casa de la Medalla, la Orden Manuel B. Ferreyros y sus RELACIONES GENEALÓGICAS, dan inicio a la serie bicentenaria con el lema que acompañará todas sus emisiones: 

<PATRIA NON IMMEMOR>, la patria no olvida. 

Y estará presente, por tanto, otra vez la docencia en otras siete subsiguientes medallas y reseñas que lanzaremos durante el 2021, en la que la patria no olvidará ni confundirá, por ejemplo, a los tres José Gálvez: Moreno, Egúsquiza y Barrenechea. No olvidará a Miguel Grau pero tampoco a sus cuatro Ases: Manuel Ferreyros Senra, Aurelio García y García y Lizardo Montero Flores, o que José María Sevilla Escajadillo auspició con su filantropía y fortuna el nefasto período para una necesaria Reconstrucción Nacional. Por último, apreciaremos la belleza en la llegada a Lima del tranvía a sangre gracias a su gestor implacable, Mariano Antonio Borda Normantes, brindando ciudadanía a la ciudad y no ver en ello un salto a la velocidad, sino al confort, al vis a vis y a la tertulia confundida con las bestias en un solo casqueteo de esa Lima que aún no se nos iba.

Lambayeque, por último señores, no se nos irá de esa cálida noche del 27 de diciembre, hace doscientos años, y contendrá ese soplo denso y esa tensa calma, de algarrobos, de juras y de mentes brillantes y pechos valientes, porque todos nosotros haremos, en definitiva, que la patria no los olvide: PATRIA NON IMMEMOR.

Muchas gracias.

Gonzalo Borda - Genealogista


BILLETES, FICHAS, ACCIÓN DE CAPITAL SOCIAL Y BOLETOS DEL FERROCARRIL Y MUELLE DE ETEN

EL LEGADO HISTÓRICO COLECCIONABLE DE ETEN


Elmer Fernández Gastelo

El año 1874 fue el año de despegue económico para la región Lambayeque y especialmente para Eten, el primer ferrocarril del departamento ya había iniciado sus labores a mediados del año 1872 junto a un muelle  construido sobre las aguas marinas de este distrito. En aquella época nuestro país tenía el privilegio de producir el azúcar de mejor calidad a nivel internacional y cinco de las mayores fábricas azucareras se encontraban en nuestra región de Lambayeque, de las cuales Pomalca, Tumán, Cayaltí y Pátapo  realizaron la exportación de su dulce producto a través del ferrocarril y muelle de Eten.  La actividad portuaria que se desarrolló gracias al muelle y ferrocarril fue una gran fuente de trabajo para este puerto que produjo inmigración de otras regiones para realizar diversas actividades y de esta manera la población se incrementó considerablemente en este distrito. En el país la economía y especialmente la emisión de billetes estaba enmarcada en la época de la banca libre, en la que bancos, empresas de ferrocarriles, haciendas y otras empresas ponían en circulación billetes particulares.

Eten pone en circulación billetes de 5, 10 y 20 centavos el año 1877. Estos billetes a diferencia de Trujillo y Pasco en donde sus billetes fueron emitidos por las mismas empresas ferrocarrileras que operaban en su jurisdicción, en  Eten los billetes fueron emitidos por su municipalidad, esta emisión se justificaba por la gran escasez de fracciones de sol,  como los quintos, los dinos y medios dinos que eran acuñadas en plata. Cabe mencionar que Puerto Eten aún formaba parte del distrito de Eten y recién en 1906 es elevado el puerto a categoría de distrito.

El origen de estas  copias de billetes fue proporcionado por el coleccionista David Cotrina, quien manifiesta haberlas copiado de un antiguo libro que solo mostraba las imágenes de estos y  carecía de información al respecto.

Las fichas de Éten

La Compañía del Ferro-carril y Muelle de Eten  puso en circulación unas fichas metálicas de valores de 10 y 20 centavos respectivamente elaborados en cobre, y según información de  antiguos pobladores, estas fueron de uso como medio de pago a los jornaleros de esta compañía de aquella época.

El uso de fichas con valores monetarios generalmente fueron de bajas denominaciones y bastante extendido en las grandes empresas ferrocarrileras, mineras, guaneras y haciendas. Esta práctica fue introducida por los ingleses desde el inicio de la era industrial con la llegada de los ferrocarriles,  especialmente si estas grandes empresas tenían una gran población cautiva, las había de: fichas salario, que servían como medio de pago; fichas de carretada y fichas de determinados productos: como las de la hacienda Pomalca que tenía ficha de leche, de carne. Muchas de estas tenían leyenda incusa, es decir  estampadas de un solo golpe, estas fueron elaboradas también en latón, así como en vulcanita como es el caso de la hacienda ganadera de Ucupe. Esta  práctica  se convirtió en abuso en muchas empresas ya que al elaborar sus propias monedas particulares, prácticamente controlaron  el consumo de sus obreros ya que estaban obligados a recibirlos, así como también a gastarlos dentro de la misma  y en la mayoría de casos, en sus tambos solo se expendían víveres, coca, tabaco y aguardiente. (Imagen del propietario Aldo Gonzáles Fuentes)




La Filatelia y Rotary

Por: Juan Arturo Vásquez Velásquez 



Desde la aparición de la primera estampilla en el mundo, allá por el año 1840, son muchos los hechos históricos y personajes que han sido representados en los sellos de correo a lo largo de la historia: personajes famosos, héroes nacionales, batallas, independencias, flora, fauna, etc.

Las estampillas no solo han servido para el correo postal sino también para representar muchos temas de interés y hechos históricos de diferentes países del mundo; por tal motivo Rotary no puede escapar a la larga lista de temas que han sido inmortalizados en las estampillas de correo.

La primera estampilla con temática de Rotary apareció en 1931, cuando se reimprimió un sello en Austria (sobre un sello oficial), alusivo a la Convención de RI que tuvo lugar en Viena. También se emitieron estampillas para conmemorar otras Convenciones de RI, y otras reuniones de carácter regional como la 10ma Conferencia Regional Sudamericana llevada a cabo en Santiago de Chile en 1960.

En 1955, cuando Rotary cumplió 50 años, 27 naciones imprimieron sellos postales, muchos de ellos con las conocidas imágenes rotarias, como la rueda dentada, utilizada en Grecia junto con el número 50. Asimismo, se recurrió con frecuencia a imágenes de Paúl Harris y escenas típicas de los países emisores.

Para el 75 aniversario de la entidad se emitieron sellos en Benín, Chipre, Dyibutí, Dominica, Ghana, Irán y otros países. El servicio postal de las Antillas Holandesas imprimió varias postales y sellos, además de un matasellos con la forma del emblema de Rotary, y en las Maldivas se emitió una serie de estampillas alusivas a las Subvenciones 3-H.

De este modo la filatelia ha logrado difundir a nivel mundial la labor humanitaria que realiza Rotary en diferentes partes del mundo.

Por esa circunstancia, todos los países del mundo donde existe un club rotario, emiten sellos postales conmemorativos a la fecha de fundación, a la labor que desarrollan, a los emblemas que lo distinguen y a los hombres prominentes que se destacan en la sociedad en beneficio de sus semejantes.

Numerosos rotarios se dedican a la filatelia conmemorativa de Rotary. Desde 1955, una entidad conocida como Agrupación Internacional de Filatelia Rotaria se ha dedicado a coleccionar e investigar sellos relacionados con Rotary.
Actualmente Rotary Internacional tiene registrado más de 500 sellos postales, lo cuál constituye un desafío temático interesante, confirmando los fines humanitarios de sus 105 años de vigencia y por los que seguir bregando.